domingo, 31 de enero de 2016

Capítulo I



Cuanto ha cambiado el mundo. Hace apenas unos siglos atrás, se creía que estábamos tan cerca de viajar a cualquiera de las 2 lunas que giran alrededor de nuestro planeta en menos de una semana, pero al día de hoy no podemos ir de un continente a otro sin arriesgar en el trayecto decenas de vidas humanas, gastar grandes cantidades de provisiones y todo para ser recibidos de la manera más grosera posible. Pero no siempre fue así y no siempre todos fueron enemigos y era gris la forma que en que se ve la vida, pero esos años han quedado ya muy lejos e inalcanzables nuevamente, pues ya se demostró que la vida no se respeta a sí misma, que la ambición desmedida siempre estará por encima del razonamiento lógico y que aquellos que prueban el poder por primera vez, no pueden dejarlo, como quienes beben cerveza hasta caer muertos en vida o quienes terminan consigo mismo comiendo las plantas prohibidas que se encuentran en los bosques, pero todo tiene un porque, y ese porque sí que se puede comprender entender las razones que nos traen aquí, un tiempo donde el acero es nuevamente la única ley y las bestias no-humanas marchan por las llanuras del Este, en la isla occidental, el único lugar que logra resistir la ambición del bastardo monarca Scruse de Habbard. Aquel rey tiránico y loco, obsesionado con implementar su ley y espada a todos los continentes del mundo, sin importarle a quienes se lleve por delante y cuanto sufrimiento sea el causado, pues mantiene la esencia supremacista de los tiempos y reyes de antaño, cuando la civilización pasó de ser prospera y pacífica, a miserable y vil, retrógrada e ineficiente, pero para entender eso se ha de explicar que fue lo que pasó hace ya 1020 años, un milenio antes de la aplicación de los calendarios.
Cuando en el año 2120 la Isla Occidental, el continente más próspero y avanzado de los 5 existentes, anunció que existía cierto aceite negro que nos permitiría desarrollar cientos de nuevas tecnologías, formas de ver la vida y mejorar todo lo ya existente, la gente enloqueció y comenzó a buscar por todos lados aquel material, sin embargo no se encontraba en todos lados y no todos podían obtenerlo por la dificultad que esto conllevaba, por lo que el gobierno del entonces presidente Hassir de Vazconsuelos comenzó programas de búsqueda y creación de todo aquello que permitía la extracción y utilización de este preciado bien, pero no fue el único, los 3 presidentes de las demás tierras y el Rey Guillen de Guther, ancestro directo de Scruse, iniciaron sus programas también, con la esperanza de no quedarse sin su rebanada del pastel. Todas estas campañas tuvieron éxito, pero comenzaron a trabajar de manera desmedida, creando a su paso una enorme nube negra que al principio pareció inofensiva, pero que conforme pasaron los años, se hacía más y más negra, oscureciendo el cielo y ennegreciendo al sol, haciendo que las cálidas tierras de los desiertos al norte de las llanuras del este se enfriaran, matando a todas las plantas que ahí vivían junto a los animales, que sus playas se volvieran hostiles y picadas cuando siempre fueron conocidas por ser pacíficas y agradables. Los bosques comenzaron a ser arrasados y los lagos contaminados, y no fuimos la excepción; en todos los países de todos los continentes ya no sólo querían desarrollar aquel bien al humano, estaban obsesionados con ser mejores que su rival comercial, de ser más fuere militarmente que su vecino y más avanzados que aquellos a quienes jamás veían. Todo fue un caos, no había regulaciones de ningún tipo, todos buscaban ser más grandes y capaces que el otro, tener mejores armas y mayor poder económico. Los ejércitos crecieron tanto que al menos 1 de cada 10 habitantes de los países eran militares. La ciencia en pro de la vida y del mejoramiento del entornó pasó a ser solamente un recuerdo, ya no era lo importante, el acabar con el prójimo sí, y es ahí cuando toda civilización está destinada a el desastre y la perdición. Se crearon armas que hacían que la espada y el mazo, la macana y el hacha, el arco y la ballesta cosa de la prehistoria. Los ingenieros y gobernantes aseguraban que era sólo para defender a sus gobernados, pero todos sabíamos que realmente era para acabar con los semejantes, que nada podría hacerse. Y se invirtió tanto oro y plata en comprar plomo y acero para hacer más y más de esos odiosos artefactos que no dejaron más que muerte y destrucción, todo lo que representaban era falso, pero las bajas causadas siempre fueron reales, aun cuando ellos mentían con los números, ni siquiera cuando la guerra continental estalló entendieron lo lejos que habían llegado, pues con sólo aumentaron el tamaño de la nube negra, que cada vez era peor y más fría, y ni cuando nuestras selvas comenzaron a verse blancas por la nieve y las playas congeladas por la falta de sol, cuando los bosques que antes albergaron tanta vida ya no podía vivir nadie, pero no les importó, todos luchaban por el poder del aceite negro que comenzaba a ser más importante que el planeta mismo, y vaya cosa, pues en el planeta no había nada más importante que eso. Y fue así como en el año 2530, el Emperador Julis VI de Gorthon, gobernante supremo de las Tierras Altas Orientales, atacó por sorpresa la república de Marxtrol Higuel, regidor de las Tierras de Fuego, su enemigo principal cuyas diferencias siempre fueron tan marcadas que incluso lo más sorpresivo fue no atacaran antes. Cientos de barcos llenos de soldados armados con esos trozos de fierro que disparaban proyectiles en llamas tan rápidos que eran casi imposibles de esquivar desembarcaron en las costas de Gurrel, y para el día 5 del mes 8, sólo una semana después del ataque sorpresa, el gobierno de la península de Neverdie, mandó sus tropas atacando también las Tierras de Fuego. Ni siquiera eran aliados de Julis VI, incluso no tenían idea de que una ofensiva estaba siendo disputada, lo que ocasionó que tuvieran que firmar tratados de no agresión para evitar que la confusión causara más daño que las balas. Y durante un año entero la guerra se recrudeció. Todos los demás continentes quedaron a la expectativa, viendo desde un lente de aumento cual buitres en el desierto quien era la mejor opción a ayudar, y no fuimos la excepción, pero nosotros teníamos bien definido quien sería nuestro aliado y cómo actuar, no nos precipitamos, pues en esos momentos era lo peor. Decidimos que cuando estuvieran más adentrados en la república del regidor Higuel, lanzaríamos el ataque sorpresa, usando armas prototipo que aunque muchos ya tenían, no se atrevían a usar por los grandes riesgos implicados. Durante el primer año de guerra, los defensores mostraron ser cruentos guerreros, dispuestos a todos por no dejarse vencer, demostrando incluso que con una guerra encima, sabían comerciar con todos los países neutrales, no depender de lo que importaban y seguir viviendo de sus tierras, ¡oh si tan sólo hubieran visto el lobo dentro del gallinero! Mucha gente estaba cansada de trabajar sólo para alimentar al ejército, dejando de lado todo lo que ellos deseaban, y las revueltas comenzaron dentro de sus propias tierras, fue por eso del mes 5 del año 2532 cuando nosotros lanzamos nuestro ataque sorpresa; tres centenares de barcos, con capacidad para transportar 800 hombres fueron enviados a la bahía de San Heoidar, al norte de nuestra posición, los cuales penetraron sin esfuerzo alguno hasta la ciudad de Jerónimo de Montana, el principal centro industrial del país a quien apoyábamos, una ciudad que siempre fue fiel a su gobernante, que nunca dudó de su participación en la guerra. Nos recibieron con los brazos abiertos. Nos dieron alimento y agua, fuimos atendidos correctamente hasta el segundo día, cuando llegó Marxtol Higuel a darnos la bienvenida y agradecimiento por el refuerzo que brindábamos. Nos indicó por donde deberíamos ir y que hacer, actuamos sin preguntar, guiados por generales amigos y propios, quienes nos hicieron avanzar hasta la ciudad de Nuevo Fuego, un lugar que había sido tomado con ayuda de los mismos pobladores. Se ordenó la aniquilación completa de los enemigos, ya fueran soldados de Julis, de su aliado o de los mismos habitantes. Fue una masacre total, 15 días de batalla devastaron el lugar, dejando a su paso ríos de sangre que corrieron hasta los arroyos, carroña para los carroñeros y cientos de miles de huertanos, pero era el trabajo que debíamos hacer, y la guerra no entiende de razones ni edades, de género o parentescos. Pensamos que con eso nos curtiríamos para el resto de la cruzada, pero nuevamente estábamos en un error, cual fue entrar en un conflicto ajeno antes de tiempo. Cuando el invierno llegó, las temperaturas fueron tan bajas en todo el mundo, que nuestros soldados morían sin poder vencer al frío mortal. Nunca supe si fue un arma en nuestro favor o en contra, pues durante el mes 1 del año 2533, nuestra fuerza que eran de 225,000 efectivos, bajó a 205,000, la mayoría víctimas del frío y las infecciones, de gangrenas no tratadas y heridas de muerte que sólo nos hicieron recordar la fragilidad de la vida humana ante todo lo que hacemos, pero la guerra no acabó y lo peor aún no llegaba para nuestra mala suerte. Cuando la época de luz llegó, nuestras armas experimentales fueron probadas de una vez por todas; pájaros de metal tan grandes que sólo podían llevar a dos personas fueron lanzadas desde la base secreta de San Agustino localizada en la Isla Occidental hacía la ciudad de Ghull, en Tierra de Fuego. Cientos de bolas explosivas que quemaban todo lo que tenían a su paso a la hora de explotar aniquilaron soldados y civiles, aquí no importó si eran traidores o inocentes, todos cayeron por igual y aun así no fue suficiente. Pues a los pocos días de esos ataques, Kirha de Armstrocia, monarca de las estepas de Silvergod, un país al este de Tierra de Fuego, calificó como barbárico y cobarde dichos ataques, condenándolos y dando su apoyo incondicional a las Tierras Altas Orientales, brindando apoyo tanto económico como militar para sus campañas en los territorios invadidos, pero nosotros no nos quedamos de brazos cruzados y con la ventaja de nuestra posición geográfica, lanzamos un ataque nuevamente con los pájaros mortales sobre las tropas que acababan de llegar, aniquilando a una gran mayoría y mientras ellos morían sin poder hacer nada, un ataque coordinado y a la par era enviado a la capital de las Tierras Altas Orientales, el cual les cayó por completa sorpresa, aniquilando a más civiles que militares, lo cual fue el detonante final para que ahora todos fueran enemigos de la Isla Occidental y Tierra de Fuego, pero nadie entendió entonces que acabábamos de iniciar la firma de nuestra propia perdición, pues los pájaros despertaron a su vez a los habitantes de la isla de Malta, un pequeño pedazo de tierra al este de los atacantes iniciales, pero no eran humanos, ni hombres, ni mujeres ni nada. Nadie sabía que habitaba ahí, pues todas las expediciones en esos bosques eran mortales, quien entraba jamás salía con vida nuevamente, y durante esa guerra lo descubrimos; cientos de alados voladores se vieron por el cielo de todo el mundo, grandes e imponentes, con el porte que la muerte lleva encima, con escamas cual serpiente o caimán, pero con lanzallamas en su boca y una armadura tan fuerte que ni las balas podían atravesarlos. Volaron fugaces, siguiendo a nuestras aves de regreso a casa, quemando todo a su paso en nuestro país, siendo como llamados por la muerte hacía los demás lugares donde la guerra había llegado y peor aún, a los rincones que estaban sin información de tales sucesos. Tal fue la emergencia, que durante el mes 4 del año 2533 una tregua no firmada fue la realidad mientras tratábamos de encontrar una forma de acabar con los alados rojos y negros, amarillos y verde esmeralda que estaban atacando todo a su paso. Durante un año entero, hasta el 2534 la guerra fue unida contra los atacantes sorpresa, y logramos acabar con algunos, pero se volvieron inteligentes y actuaban sólo cuando sabían que estaríamos con la guardia baja, pero nosotros siendo superiores, o creyendo eso, los supimos contrarrestar, haciéndolos huir y regresar a sus tierras, volviendo nosotros a nuestro asunto ¡como ama el hombre errar, no darse cuenta de cuando hay que parar las cosas! Estábamos tan centrados en nuestra guerra de ya 10 años, con ya millones de víctimas que olvidamos de mirar el cielo de vez en cuando, el cual ya era negro, no gris, negro como la noche, tan espantoso como el miedo mismo y fue cuando la realidad nos regresó la vista y el entender todo aquello que no debimos hacer. Durante el mes 9 del año 2540, los humanos parecíamos que estábamos a punto de extinguirnos por nuestra propia mano, sólo guardando pequeños fragmentos de nuestra historia que nos recordaran el quiénes somos, lo débiles que fuimos y que la idiotez siempre es el peor arma de todas.
El mes 10 de 2540 comenzó a llover, y no solo en una parte, en todo el mundo, la nube por fin se libraba, pero no era agua lo que caía, eran todos los desechos acumulados de tantos años, un ácido corrosivo que dañaba todo lo que tocaba, acabando con nuestra tecnología y con la vida de cientos de miles de personas, fue ahí cuando por fin la razón se hizo presente, y los gobiernos y ejércitos comprendieron el mal presente, que ya no había esperanza para nadie y que posiblemente sería el fin de la vida como la conocíamos, y por primera vez todos tuvieron razón; si bien no fuimos aniquilados, cientos de criaturas mutaron, desde humanos hasta animales, tomando formas horrorosas y monstruosas, mutando de inteligencia y desarrollando su propia habla, llegando por fin el año de la paz, cuando la tormenta acabó y la vida estuvo por hacerlo. Entendimos que lo único que se podría hacer era acabar con todo el mal conocimiento adquirido a lo largo de los años, enterrarlo, quemarlo o destruirlo. Sin embargo eso llevó tiempo y mucha burocracia. Las superpotencias no estaban felices, pero la presión de todos era mayor a sus intereses, acordando por fin que los libros, investigaciones, pergaminos, lecturas digitales y todo lo que contuviera información sobre las armas de fuego, el aceite negro y la forma de hacerlo energía, debería ser destruido. Se formó un congreso conformado por todos los gobernantes, sus secundarios, ministros de guerra y un representante de cada ciudad de cada país de todo el mundo. Se acordó que todo sería quemado y después arrojado al Mar Muerto, un ojo de agua entre Tierra de Fuego y Estepas de Silvergod que fue formado por la lluvia que azotó al mundo, tan ácido que nadie podría usar esa agua en tantos años como durará el mundo. Y se hizo como se acordó, no solo con la información, también con los aviones y barcos de guerra, con las armas más mortíferas y con todo lo que atentara contra la vida, creado para la Guerra del Aceite. Pero muchos gobiernos ocultaron armas, enterrándolas tan profundo que jamás se podría imaginar donde estaría, y nosotros no fuimos la excepción, pero no con armas, sino con libros, pues sabíamos que como antes quedó demostrado, el conocimiento era más poderoso que todo el arsenal bélico existido. Pero quedó tan bien oculto que años después de la creación de los calendarios, nadie podría encontrar que su paradero, pues siquiera pensar en hacer una compañía para buscarlas era inverosímil, no sólo por la dificultad que conllevaba, también por el riesgo a ser traicionados y repetir la historia. La destrucción fue llevaba a cabo el día 28 del mes 1 de 2549, con la ayuda de todos los presentes, quienes consideraron que eso debería marcar un antes y después en la vida humana, el comienzo de una nueva era, y fue así como comenzó la era de los calendarios. Se crearon 5; dos lunares, basados en nuestros astros más bellos, uno en el sol, quien nos da la vida, en el agua, quien nos brinda lo necesario para no morir y en el fuego, recordándonos por qué debemos controlar nuestras acciones para no ser destruidos. Cada uno tendría la duración de 1000 años, los cuales estarían divididos en 12 meses de 15 días cada uno, según los cálculos establecidos duraba la tierra en darle la vuelta al sol. La vida humana en ese entonces tenía una duración media de 140 años, pero había quienes vivían hasta 200 años. Todo esto fue firmado por fin el día 31 del mes 12 de 2549, estableciendo así por fin el inicio de una nueva era, el de algo nuevo que todos esperamos fuera benevolente con nosotros. Los presidentes y reyes dieron su firma a los papeles, pusieron la suya sobre las rocas donde fueron grabados los calendarios y con sus espadas unidas, celebramos en todo el mundo el inicio de la Edad de los Calendarios.
Año 900 del primer calendario lunar.
Las jardines de la fortaleza de San Agustino estaba vacía, ni un alma humana estaba presente. El día era soleado y bello, el cantar de las aves estaba a todo su esplendor y las flores adornaban los recintos. Se sabía que el Rey Nicolás II esperaba las noticias de sus emisarios, quienes les llevaban las noticias más recientes sobre las relaciones establecidas entre el Reino de la Cruz, su tierra, y el Reino de Crossxers, a quienes llevaba ya varios años tratando de convencer de unir fuerzas para poder hacer obras en la cadena de montañas que formaban la frontera entre ambos reinos. Si bien podía hacerla sin necesidad del permiso de sus vecinos, necesitaba la confianza de su igual para que no tomara eso como declaración de guerra. El mundo aún estaba sufriendo estragos por los tiempos pasados y quería evitar que su continente, la Isla Occidental sufriera más. Había sido dividido para su mejor manejo, lo cual a nadie le gustó, pero no pudieron objetar. Estaba sentado en su trono, rodeado de sus amigos de confianza cuando la pesada puerta de madera abrió y un hombre escuálido entró.
—Malas noticias, mi señor. —Dijo el hombre que acababa de llegar. —Se han negado nuevamente a prestar su ayuda. Dicen que de ninguna manera aceptaran hacer tales obras pues sería firmar su sentencia de muerte. —Terminó de decir el hombre, vio al rey, quien con un gesto de su mano le indicó que se marchara, hizo reverencia y se alejó. Nicolás II se quedó en silencio un momento, se levantó y por fin habló, volteando a ver fijamente a su primer general.
—Francisco, quiero que vayas tú personalmente a hablar de eso con Hillger, necesito que sepa que esto no es negociable. Hay muchísimo de su reino que me interés ay lo necesito ya, ¿puedo contar contigo para esta tarea tan importante? Sé que hemos hablado mucho del tema, y tú mejor que nadie aquí presente sabe por qué necesito de mi insistencia.
—Desde luego, su majestad. Partiré mañana a primera hora hacía Crossxers. —Dijo el General Francisco de Alburque, quien rápidamente salió de la sala del trono rumbo a los jardines. El Rey Nicolás observó a todos a su alrededor, estaban varias mujeres y hombres de aspecto soberbio. Los barrió con la mirada y salió de donde estaba. Ya era noche, la primera luna estaba tan brillante que todo el jardín estaba iluminado, siendo apoyado por las antorchas y las torres de guardia, y la segunda luna apenas si lograba verse, pero ahí estaba también, tan bella como siempre. Caminó durante unos minutos por el césped hasta que llegó a su establo personal, donde un hermoso caballo café oscuro como la madera de roble se mantenía de pie, escuchando su relinchar y el agitar de su cola pegando contra el aire. Nicolás acarició a su caballo repetidas veces mientras le susurraba a la oreja, tranquilizando a uno y tranquilizándose el otro. La oscuridad era profunda y fría. Se despidió de su animal y regresó a sus aposentos, donde una mujer desnuda, tapada sólo por un ligero edredón esperaba recostada.
— ¿Fuiste con Tommy, su majestad?
—Sí, acabo de regresar de con él. Está asustado y nervioso. Lo conozco bien, eso sólo es un augurio de que terribles cosas están por pasar. Sólo espero estar equivocado.
—Ya verás que no pasara nada, al menos no hoy esta noche.
—Realmente espero eso, porque tengo miedo de que mi gente comience a dudar de mí. Ya pasó hace unos años y tuve que actuar con tal ferocidad que me repudié por años aquello que hice.
—Vamos, su excelencia, usted actuó según la situación era acreedora. Todos consideraron que su reacción fue rápida y eficaz, pues desde entonces nadie se ha vuelto contra usted. Le respetan y le temen, ambos platos muy importantes para ser un gran líder.
—El temor no es respeto pero no hay respeto sin temor… Por Dios, me siento fatal esta noche. De verdad que odio a todos los de Crossxers  y apenas tenga la posibilidad, a todos he de exterminar y me quedaré con sus tierras, montañas y minas. Pero aun no puedo hacerlo, primero necesito esa licitación compartida.
— ¿Y si vuelve a rechazar la opción? —Preguntó la chica, con un poco más de intriga, apoyando su brazo y codo sobre la cama, dejando completamente expuestos sus pechos. Nicolás II, volteó a verla, quien con una sonrisa ligera se quitó el chaleco de encima y desabotonó su camisa, quedando con el torso descubierto y sentándose sobre el lecho.
—Si vuelve a rechazar mi generosa propuesta, he de acabar con su reino, no a base de armas, sino de inteligencia y aún mejor, con ayuda de los secretos que mi padre tanto escondió y se preocupó por guardar.
— ¿Secretos, cuáles?
—Esos, querida mía, son mi mayor secreto. —Dijo y clavando una mordida en su cuello, de modo que la mujer sólo sonrío y dejo soltar una leve risa, dejo caer su cuerpo sobre la cama, pensando que tendría suerte si no se infectaba de sífilis.